El poder de las palabras.

4

Publicado por Jorge Rendón - 2017-05-29

Las palabras cuentan con una fuerza muy poderosa.

Podemos elegir utilizar su fuerza, ya sea constructivamente con palabras de aliento, o destructivamente utilizando palabras negativas. Las palabras poseen la energía y el poder de ayudar, de sanar, de crear o bien de obstaculizar, de dañar y de humillar.

Así que la próxima vez que tengas pensamientos negativos, recuerda que eso tiene un impacto físico en tu sistema biológico. Todas tus células constituyen tu cuerpo y a cada momento responden a una comunicación interna que comienza en tus pensamientos conscientes e inconscientes.  Así que trata de ser amable contigo mismo y darte amor.   

En los últimos años nos hemos hecho conscientes de los efectos de nuestros pensamientos, palabras e intensiones en el plano físico, se han generado investigaciones científicas en las cuales se ha podido corroborar el efecto de palabras o música sobre materia, agua en particular, comprobando los efectos en la estructura molecular de los cristales de la misma al ser sometida a distintas palabras o canciones en particular.

Medicina preventiva, al alcance de todos...

EL EXPERIMENTO DEL ARROZ NEGRO

Por 30 días se hizo un experimento conducido por el investigador japonés Masaru Emoto.   En dos tarros colocó arroz.   

En el primer tarro solo dijo palabras como” te amo”  y en otro decía “te odio”.   El tarro de las palabras positivas quedó intacto en cambio el de palabra negativa el arroz se puso color negro y empezó a oler mal.

Mismo experimento se realizó con agua, El Dr. Emoto notó que al cristalizarse el agua sometida a palabras positivas a nivel microscópico se formaban estructuras simétricas y hermosas, mientras que en la sometida a palabras negativas se observaba cierto nivel de descomposición. 

 

 

Reflexionemos acerca de las palabras que nos decimos a nosotros mismos y a los demás, después de todo nuestro cuerpo se compone al rededor de 70% agua. Gracias a Investigaciones como la que condujo el Dr. Emoto hoy sabemos que la mejor medicina preventiva se encuentra en nuestra propia mente.

Compartir