El valor de estar presente en un mundo que corre

Publicado por Gabriel Fern?ndez - 2025-07-01
Nos enseñaron a correr. A tener prisa. A llenar cada segundo con algo útil. A demostrar que estamos ocupados, siempre, como si eso validara nuestro lugar en el mundo. Y en esa carrera constante, se nos olvida algo esencial: estar realmente presentes.
Vivimos en una época en la que todo sucede al mismo tiempo. Noticias, mensajes, llamadas, alertas, pendientes. Se espera que reaccionemos rápido, que opinemos sobre todo, que sepamos lo que pasa aquí y al otro lado del mundo en cuestión de minutos. Pero, ¿qué tanto de lo que vivimos lo estamos sintiendo de verdad?
Estar presente hoy en día es casi un acto de rebeldía. Significa detenerse, aunque todo parezca urgente. Significa mirar a alguien a los ojos y no al celular mientras te habla. Significa comer sin distracciones, caminar sin audífonos, conversar sin pensar en la próxima tarea. Significa dejar de fingir que podemos con todo, todo el tiempo.
No se trata de romantizar la lentitud ni de desconectarse del mundo. Se trata de recordar que la vida no se repite. Que este momento, por mínimo que parezca, también importa. Que lo que sentimos merece espacio. Que no estamos aquí solo para cumplir objetivos, sino para experimentar lo que somos.
Estar presente también implica incomodidad. Porque cuando dejamos de distraernos, lo que sentimos aparece. El cansancio, la frustración, la duda, la tristeza que evitamos por días. Pero también, la alegría que ignoramos por ir tan rápido. La ternura que pasamos por alto. La satisfacción que nunca celebramos.
En un mundo que premia la velocidad, detenerse a sentir es un lujo. Pero es también una necesidad. Porque quien no se detiene, se pierde. Se pierde de sí mismo, de los otros, del momento que ya no vuelve.
Quizás la invitación no sea a cambiarlo todo de golpe. Solo a observar. A mirar lo que normalmente ignoramos. A respirar profundo antes de contestar. A no correr cuando no es necesario. A recordar que estar vivo no es lo mismo que estar ocupado.
Y que a veces, lo más valiente que podemos hacer, es estar ahí.