Las conversaciones que nunca tuvimos

Publicado por Emiliano Madero - 2025-03-17
Hay palabras que nos quedan atoradas en la garganta. Conversaciones que debimos tener pero dejamos pasar, ya sea por miedo, por orgullo o porque pensamos que el tiempo, de alguna forma mágica, pondría todo en su lugar. Pero no siempre es así. A veces, lo que no decimos se convierte en un peso, en una historia inconclusa que llevamos a cuestas sin darnos cuenta.
Hace poco reflexionaba sobre esto. Sobre lo fácil que es dejar ir un momento, una oportunidad para decir lo que sentimos. Creemos que habrá un mejor instante, un contexto más adecuado, que mañana será más fácil. Pero la verdad es que a veces el mañana nunca llega, y lo que nos queda es la incertidumbre de lo que pudo haber sido si tan solo hubiéramos tenido el valor de hablar.
Nos pasa con todo. Con un amigo con el que dejamos de hablar por un malentendido que nunca aclaramos. Con un familiar al que quisimos pedir perdón, pero el orgullo nos lo impidió. Con alguien que nos gustaba, pero decidimos callar, esperando señales en lugar de arriesgarnos a la vulnerabilidad. Y es curioso, porque el tiempo sigue su curso, pero las palabras que nunca dijimos se quedan suspendidas en la memoria, como ecos de algo que pudo haber cambiado nuestra historia.
Es fácil decir que no debemos vivir con arrepentimientos, pero también es cierto que muchas veces nos quedamos con la sensación de que algo quedó pendiente. Que si tan solo hubiéramos dicho lo que pensábamos, si hubiéramos enviado ese mensaje, si hubiéramos hecho esa llamada, tal vez las cosas serían distintas.
No digo que tengamos que ir por la vida desenterrando cada conversación que no tuvimos, pero sí creo que es importante aprender de esto. A veces, el simple hecho de expresar lo que sentimos, de cerrar un ciclo o de dar una explicación que nunca dimos, nos libera. Nos permite soltar ese "qué hubiera pasado" y nos ayuda a seguir adelante sin cargas innecesarias.
Quizá este sea el recordatorio de que el momento perfecto para hablar nunca llega. Que las oportunidades no se quedan esperando y que si algo es importante para nosotros, debemos actuar antes de que se convierta en una historia sin final.
Si hay algo que decir, dilo. Si hay alguien a quien escribir, hazlo. Si sientes que una conversación quedó a medias, busca la manera de cerrarla. No siempre obtendrás la respuesta que esperas, pero al menos sabrás que hiciste tu parte. Y a veces, con eso es suficiente.
Porque, al final, no hay nada más humano que intentar conectar. Que arriesgarse a ser sincero, a ser vulnerable, a expresar lo que realmente sentimos. Y aunque no siempre obtengamos el desenlace que deseamos, al menos tendremos la tranquilidad de haberlo intentado. De no haber dejado que el miedo al "qué pasará" nos robe la posibilidad de un cierre, de un reencuentro, o de un nuevo comienzo.