“¿Por qué más democracia significa más corrupción?” según Luis Carlos Ugalde

Publicado por Linda Masri Tawil - 2020-02-10
Luis Carlos Ugalde (CDMX 1966) es licenciado en economía del ITAM y maestro y doctor de administración publica de Columbia, académico consultor y político mexicano (fue presidente del ahora INE) así como experiencia en varios cargos políticos.
Luis Carlos, publica el artículo el 1 feb 2015 vía digital en la CDMX a fin de analizar un tema que hoy en día es uno de los mayores obstáculos para el progreso del país: la corrupción, después de uno de los sucesos de mayor corrupción en el país, la Casa Blanca de Peña Nieto.
- México se encuentra entre los puestos más altos en corrupción de acuerdo al Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Nacional, Sobornos en América Latina, Índice de Estado de Derecho de World Justice entre otros.
- La corrupción es uno de los principales obstáculos para hacer negocios en México à afecta la productividad del país à provoca reducción de inversión extranjera à genera un decrecimiento en la economía, empleos y poder adquisitivo.
- La corrupción puede originarse tanto a nivel gubernamental como a nivel de particulares:
- En gobierno: peculado, malversación de recursos, búsqueda de financiamiento de campañas a cambio del otorgamiento de permisos, concesiones y contratos (la mayoría de las veces a nivel municipal), direccionamiento de licitaciones, subvenciones, búsqueda de popularidad en medios sociales, lo cual implica una buena relación con los medios de difusión y/o búsqueda de subsanación de obligaciones del sistema de fiscalización al finalizar la administración para seguir “dentro del juego”.
- En particulares: colusión para inflar precios a su favor y se rotan las ofertas ganadoras o subcontratan entre sí, pago de comisiones para la obtención de licitaciones (diezmo, moches, tajadas), intento de obtener o retener algún permiso o contrato aventajándose de algún parentesco con las autoridades, oferta de mordidas (el medio mas pequeño en cantidad monetaria pero mayor en número de incidencias).
En el intento de limitar a el, en su momento, partido hegemónico (PRI) y al Poder Ejecutivo Federal, se crearon pesos y contrapesos y se generó un sistema pluripartidista sin tener bases firmes de un Estado de Derecho democrático, una cultura de legalidad ni de instituciones para la procuración de justicia, lo cual en lugar de contener la corrupción de estos, provocó la fragmentación la corrupción horizontal (los otros poderes) y verticalmente (en otros grados jerárquicos).
El sistema pluripartidista incontrolado genera que las campañas políticas requieran de mayor financiamiento y publicidad en medios (lo cual los vuelve también cómplices de la corrupción). Esta nueva relación entre poderes requiere de negociación en el presupuesto político y como resultado, los pesos y contrapesos pierden su función y se genera el “clientelismo presupuestario”. Simultáneamente a las negociaciones, surge una competitividad por ganar las elecciones, lo cual se encuentra correlacionado con un mayor gasto en campaña y por ende, necesidad de incrementar los financiamientos a como de lugar. Esto genera deudas entre los partidos y privados y así se crea un círculo vicioso.
La corrupción no es cuestión educativa o cultural, sino es el hecho de que la democratización implica una oportunidad de obtener lucros e impunidad en base a influencia política.
Para erradicar el problema de la corrupción, no se requiere tanto de un cambio cultural, educativo o en la creación de un mayor amplio jurídico, sino que las normas en materia de control de gasto público y campañas políticas, dejen de ser leyes nominativas y tengan una aplicación eficaz.