El valor de soltar lo que no es para nosotros

4

Publicado por Emiliano Madero - 2025-03-17

Hay momentos en la vida en los que nos aferramos a algo que, en el fondo, sabemos que ya no nos pertenece. Puede ser una relación, una oportunidad, un sueño que alguna vez tuvimos y que ya no encaja con la persona en la que nos hemos convertido. Pero aun así, nos cuesta soltar. Nos convencemos de que, si intentamos un poco más, si damos un último esfuerzo, tal vez logremos recuperar lo que se está escapando de nuestras manos.

¿Por qué nos cuesta tanto dejar ir? Tal vez porque lo interpretamos como un fracaso. Como si soltar algo significara admitir que no pudimos, que no fuimos suficientes, que tal vez nos equivocamos al apostar por algo que al final no funcionó. Pero, ¿y si en lugar de verlo como una pérdida, lo viéramos como un acto de valentía?

No siempre nos enseñan que soltar también es una decisión válida. Se nos dice que hay que luchar, persistir, demostrar que podemos. Pero nadie nos dice que hay batallas que es mejor abandonar, no por cobardía, sino porque nuestra paz vale más que cualquier terquedad disfrazada de resiliencia.

Aprender a soltar es aceptar que hay caminos que no llevan a donde queremos, que hay personas que, por mucho que nos importen, no están destinadas a quedarse, y que hay versiones de nosotros mismos que debemos dejar atrás para poder crecer. No es fácil, lo sé. Implica pasar por ese duelo silencioso donde nos enfrentamos a la incertidumbre de lo que viene después.

Pero aquí está la verdad: soltar no es perder, es hacer espacio. Es abrir las manos para recibir lo nuevo, lo inesperado, lo que realmente es para nosotros. Mientras sigamos aferrados a lo que ya no nos llena, a lo que nos desgasta más de lo que nos nutre, nos estamos cerrando a todo lo que podría llegar.

Así que, si sientes que estás sosteniendo algo que te pesa más de lo que te aporta, pregúntate: ¿esto me está haciendo bien? ¿O solo lo mantengo por miedo a quedarme con las manos vacías? Porque a veces, esas manos vacías son la mejor oportunidad para empezar de nuevo.

Soltar es un acto de fe. Fe en que lo que se va deja espacio para algo mejor. Fe en que, aunque duela, es el primer paso para recuperar la ligereza de seguir adelante. Y, sobre todo, fe en que lo que realmente es para ti, no necesitará que te aferres a ello para quedarse.

Compartir